viernes, 23 de octubre de 2015

Los diagnósticos

Existen una serie de pruebas médicas que son comunes a todos los tipos de leucemia, si bien para el diagnóstico de la leucemia linfocítica aguda se llevan a cabo otros estudios específicos. Las pruebas comunes son las siguientes:

Analítica

Consiste en la realización de un análisis de sangre.

Extracción

Para diagnosticar leucemia, el médico puede llevar a cabo una biopsia de la médula ósea o la extracción de líquido cefalorraquídeo, que rodea el cerebro y la médula ósea. Su extracción se utiliza para estudiar la propagación de la enfermedad.

Pruebas de laboratorio

Las principales son el recuento y examen de células sanguíneas, las pruebas de coagulación y química sanguínea y, por último, el examen microscópico rutinario.

Pruebas cromosómicas

Estas pruebas abarcan la citoquímica, la citogenética, la hidratación in situ con fluorescencia y la reacción en cadena de la polimerasa.

Estudios por imagen

Los estudios por imagen más frecuentes determinados por el especialista son: rayos X, tomografía computerizada, resonancia magnética y ecografía.
Para el diagnóstico de la leucemia linfocítica aguda, es necesaria la realización de una biopsia del ganglio linfático, para ayudar a diagnosticar los linfomas, y una gammagrafía con galio y gammagrafía ósea, solo en el caso de que el paciente presente dolor en los huesos.
Cabe destacar que, cuando la leucemia aparece en la infancia, su diagnóstico precoz se complica, ya que sus primeros síntomas son parecidos a los de otras enfermedades típicas de la niñez. Estos síntomas son: cansancio, falta de apetito o fiebre intermitente. Debido a esta situación, los padres suelen culparse por la demora en el diagnóstico, cuando incluso para el médico resulta complicado reconocer esta situación en su primera etapa.

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